Tras el ciego manto
negruzco de la televisión y demás medios de comunicación
subvencionados por el capital bancario y o el estado, siempre hay
otras posibilidades menos apoyadas pero en mi humilde opinión más
inteligentes. No dudo de que nuestros “queridos” borbones tengan
sangre azul, ni que Felipe está preparadísimo para asumir la
jefatura del estado. Dudo de la procedencia de ese poder que aunque
intenten hacernos creer que es inherente, que es cosa de legado
sanguíneo y moralmente insustituible, no es más que una tradición
arcaica casi equiparable al “arte” (muy entre comillas) del
toreo. Y como ya he dicho, no dudo de que Felipe pueda asumir la
jefatura del estado, pero la monarquía, como otras tantas cosas de
las que me avergüenzo del país que debería causarme orgullo, es
otra de las imposiciones de la Troika más ruin que gobierna en un secreto a gritos este estado.
En resumen… si
están tan preparados para ser la cara del estado frente a otros
países en múltiples comités y reuniones protocolarias, que se
presenten a unas elecciones democráticas. El pueblo es soberano, y
no deberíamos sufrir ni un segundo más el “A Deo rex, a rege lex”
tan típico del siglo XVII. Además… los ejemplos de monarquías españolas
pocas veces han salido bien, y pocas veces han sido justas. Solo con
echar un poquito la vista atrás, podemos ver la misteriosa muerte
del hermano del Rey Juan Carlos, que si no hubiese muerto en
situaciones tan extrañas y enigmáticas, sería quien ocupase el
trono ahora mismo. O quizá, podríamos recordar esa imagen tan
bonita de Franco apoyando a que Juan Carlos siga con el legado. No
tengo nada más que decir, a parte de recordar esa frase tan triste
pero cierta que llega a nosotros gracias al gran Joaquín Sabina:
“La monarquía es un déficit democrático que sufrimos por
herencia” y gritar que viva la República.
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